diumenge, 1 de novembre del 2009

Cambios en mi manera de ver la vida y mis procesos migratorios


La primera vez que viví fuera de Venezuela, estuve dos años en Alicante, en esa época aprecié varios aspectos de esa sociedad que significaron un cambio importante en mi forma de entender la vida: una sociedad con más seguridad personal, donde la gente siente que tiene derechos, los reclama y con frecuencia los escuchan, mayor organización del sistema sanitario, mayor reconocimiento de derechos a minorías (discapacitd@s, sexodivers@s, ancian@s, niñ@s, etc.) mayor agilidad en procesos administrativos como la adopción, una clase media numerosa, entre otros. (Un inciso: en España se quejan burda de la ineficiencia de su sistema estatal, sinceramente pienso que sus referencias deben ser otros paises europeos más organizados y con más logros, jamas ni nunca Latinoamerica).

Durante esos años analizabamos en la universidad la desigualdad entre las sociedades occidentales y el llamado Tercer Mundo. Esto unido a todos esos beneficios de vivir en un país con más organización y mejor funcionamiento de las administraciones públicas me transformó en una persona aún más idealista y con más sed de igualdad y justicia que cuando no había vivido fuera del terruño patrio.

Estando en Venezuela me dí cuenta de las grandes dificultades para llevar estos ideales de igualdad a la práctica. La polarización política produce un efecto tan maligno que las personas aliadas al gobierno estiman más al gobierno que sus ideales, y quienes son de oposición, aunque tienen algunos ideales de igualdad aún no se deshacen del lastre conservador que les impide ver que lo que les pasa a otr@s, les podría estar pasando a ell@s (por ejemplo: caso de violencia de género, una psicóloga violada en la carcel, por una parte l@s chavistas estaban interesad@s en que no lo conociera la opinión pública porque perjudica el informe que el gobierno pasa a la ONU, mientras que opositores le restan importancia porque no era una persona cercana a ell@s, pero cuando asesinaron a una psicóloga cercana si hay una reacción importante).

Ahora que vuelvo a vivir fuera, y en una cultura con una historia de luchas sociales tan interesantes como la cultura catalana, al leer noticias como las de la pasada semana donde Lisa Justiniano relaciona la homosexualidad con diversos trastornos mentales sin fundamento científico en el Diario Últimas Noticias, o como la del Profesor Lava que considera que l@s homosexuales no pueden gozar de los mismos derechos que las personas heterosexuales, y toda la lucha digital que se ha dado para destituir al profesor que padece homofobia, siento que hay esperanza en l@s jovenes que tienen sus ideales intactos y que los expresan sin pepitas en la lengua, venezolan@s que estan dentro y fuera del país.

Hace poco tuve la suerte de escuchar en Barcelona a una intelectual excepcional, Amelia Varcárcel, ella hizo un recuento histórico impresionante en el que me quedó grabada la lucha admirable de las Sufragistas por el derecho al voto y el acceso libre a la educación para las mujeres. Y esas palabras retumban en mis oidos por las noches, cuando recuerdo que mi abuelita estando mayor aprendió a leer con el famoso Método Acude, y yo tanto que he podido estudiar en las universidades, y tantas oportunidades que tengo, pero que mi abuela no tuvo en la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX.

En todo el mundo nos falta mucho para alcanzar el Bienestar y la Igualdad, pero unid@s podemos mantener lo que otr@s nos han dejado y alcanzar más libertad, más justicia, más igualdad.

3 comentaris:

  1. Más acertado imposible. Entiendo perfectamente lo que dices y como inmigrante (venezolano también y con 3 años entre Alemania y España) sólo sueño con que los ideales se impongan sobre los intereses político-económicos de nuestros paisanos que hacen de nuestro hermoso país, un lugar de oportunistas. Seguiré leyéndote. Un abrazo

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  2. Alicia, precisamente tratando de hacer sentido de esa experiencia que narras, encontré el modelo de Scott Peck, sobre desarrollo comunitario. Cuatro fases -pseudocomunidad, caos, vacio y verdadera comunidad- que me hacen pensar que nos falta mucho por recorrer, porque la mayoría como lo dices está en la primera fase ("no, aca no pasa eso", "no es bueno que eso se sepa", "por qué los gays tienen que hablar de su orientación sexual, ah?". Desde nuestro lenguaje, simple falta de empatía.
    Afortunadamente, las nuevas generaciones tienen acceso a Internet. Lo que más me ha sorprendido en la respuesta la "Dr." Lava es la cantidad de heterosexuales indignados; me sorprende porque es nuevo para mí ver esa solidaridad en los venezolanos (en el dia a dia, me refiero, y para las cosas cotidianas). Es el Zeitgeist, el espíritu de los tiempos, digo yo, que habla del cambio, afortunadamente.
    Acá en Canadá, fueron los aborígenes los que iniciaron un proceso similar, empezaron a hablar de lo que les hacían en los internados donde los obligaban a ir. Se destapó la olla. Fue sanador para la comunidad y para la sociedad en general, que se abrió al respecto de los derechos humanos como la cosa más preciada. Eso es prosperidad, digo yo.
    Inmigrar es un proceso muy intenso, pero bien que vale la pena. Lo más doloroso es ver que es la cultura lo que nos está matando y que salir es agarrar un aire menos tóxico. Internet y nuevas generaciones: hay esperanza.
    Besos y mil gracias por este post.

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  3. Gracias a ustedes por leerme. Y completamente de acuerdo con sus comentarios. Un abrazo.

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